El origen de Dodge, como ocurre con otras tantas marcas de automóviles, está en las motocicletas. Sus fundadores, John y Horace Dodge, empezaron trabajando en el taller de bicicletas de su padre en Michigan para, a finales del siglo XIX, mudarse a Ontario, Canadá, y crear su propia fábrica.
De ahí saltaron a producir piezas para coches, lo que les llevó a trabajar con Ford, con quien consiguieron un contrato de exclusividad para el suministro de piezas y componentes, y lo que a su vez hizo que se mudaran a Detroit, conocida como la capital del motor en aquella época.
Su crecimiento les llevó a trasladarse de nuevo en 1910, concretamente a Hamtramck, donde a día de hoy siguen manteniendo una sede. Cuatro años después, en 1914, se fundó la ‘Dodge Brothers Company’.
El primer coche de la compañía saldría de fábrica ese mismo año, un modelo con carrocería de chapas de acero, estampado planchas de acero, con cinco plazas y 35 CV de potencia. En apenas un año salieron de fábrica 35.000 unidades y además del coche básico, se creó incluso una versión descapotable.
Con la llegada de la Primera Guerra Mundial pasaron a hacer vehículos más prácticos, como camiones y ambulancias, pero en la década de los 20 lanzaron el Dodge Sedan de cuatro puertas, un rival directo del Model T. Durante su trayectoria llegó a comercializar 140.000 unidades.
Tras la muerte de los dos hermanos, que fallecieron con poco tiempo de diferencia, la dirección pasó a manos de Prederik J. Haynes, y la empresa fue comprada en varias ocasiones. Lo más importante es que acabó siendo absorbida por Chrysler, que se encontraba en un proceso de expansión y quería lanzar nuevas marcas.
El principal cambio que trajo consigo fue que la firma pasó a centrarse en los motores de seis cilindros, abandonando los de cuatro. Además, durante los años siguientes se incorporaron diversas mejoras en los vehículos, que fueron aumentando calidad, y de las cadenas de montaje salieron modelos como los Dodge Value, Luxury Liner y Luxury Liner Delu.
Durante el conflicto bélico Dodge pasó a desarrollar vehículos militares y, tras este, retomaría la producción de turismos como Coronet, que montó el conocido motor Red Ram V8 de 140 CV.
Sin embargo, fue en la década de los 60 cuando la marca consiguió uno de sus hitos: en el 66 nacería el Dodge Charger, referente entre los muscle cars, y solo tres años después vio la luz el Dodge Charger Daytona.
Fueron un anticipo de lo que a la postre serían dos de los coches más exitosos de la historia de la compañía, que aparecieron en la década de los 70. Por un lado el Dodge Dart, todo un éxito de ventas que llegó a comercializarse incluso en España; y por otro, el Dodge RAM, pick-up que sigue comercializándose a día de hoy.
En aquella época también vio la luz el Dodge Challenger, el otro muscle car de la firma y que, a día de hoy, se ha extinguido junto a su hermano para renacer combinados en un único coche eléctrico.
En la etapa final del siglo pasado el movimiento más destacado de Dodge fue la creación del Dodge Viper, un deportivo a la americana nacido a principios década de los 90. Caracterizado por su motor V10 y que fue ganando potencia hasta superar los 500 CV. En 2017 dejó de fabricarse.
Con el cambio de siglo Dodge, como parte de Chrysler, ha estado inmersa en todas las operaciones de fusión protagonizada por ésta.
En 2014 Chrysler Group y Fiat se unieron para crear Fiat Chrysler y tan solo cinco años después comenzaron las negociaciones para unir esta nueva empresa con PSA. No fue hasta 2021 cuando se concretó el movimiento y nació Stellantis.