Hoy no voy a hablarte de la DGT... Esto es mucho mejor

Participamos en el Rally Classics África acompañando al Seat Toledo Marathon
Es una de las mejores experiencias de conducción que he tenido en mi vida. Y lo mejor de todo es que acabó bien. Sí, bastante bien. Pero lo primero es ponerte en contexto. Marruecos: ese país que genera un constante revuelo mediático, pero por el que siento una debilidad especial debido a las enormes posibilidades de disfrute al volante que ofrece.
Con sus interminables caminos de tierra, dunas y terrenos pedregosos, es el mejor escenario posible para poner a prueba la resistencia y fiabilidad de cualquier 4x4 que se precie. Siempre que lo he visitado, ha sido a raíz de alguna presentación, desde el primer Renault Koleos, en 2008, pasando por el Seat Tarraco, en 2020, o el Ford Ranger Raptor, en 2022.

El año pasado ya fue un poco diferente, porque la razón por la que bajé al país vecino fue para ver qué se siente siendo copiloto de Isidre Esteve en su espectacular Toyota Hilux T1+ adaptado con el que estaba preparando el Rally de Marruecos 2023.
Fue la mejor antesala de lo que me esperaba este mismo año. Porque esta vez, al que le tocaba ‘pilotar’ era a mí. ¿Los responsables? Los chicos de Seat Históricos, esa familia de locos románticos capitaneados por Isidre López que, en su afán por devolver a la vida a todas y cada una de las joyas que hay en la Nave A-122 de la fábrica de Martorell, se lanzaban a participar por segunda vez en el Rally Classics África con el Seat Toledo Marathon (solo existe esta unidad en todo el mundo).

No es la primera vez que Seat Históricos se embarca en una prueba de esta magnitud con uno de sus legendarios clásicos. Ya lo experimentó mi compañero Enrique Trillo en el Rally Montecarlo Histórico en 2020 con un Seat 124 o Rodrigo Fersaiz en el Costa Brava de 2016 con un Ibiza de primera generación.
El Seat Toledo Marathon era la niña bonita de este Rally Classics África, con Antonio Rius al volante y Carles Jiménez como copiloto (pareja que ya ganó en la edición del año pasado).
¿Y qué pintaba yo en toda esta fiesta? Te lo explico. ¿Te suena el Seat Ateca Marathon? Es una versión del Ateca de calle, pero modificada exprofeso para aguantar los envites más duros del desierto. Han retocado suspensiones, neumáticos y chasis para soportar el trato más duro. ¿Lo malo? No está a la venta.

Y sí, como te estarás imaginando, Seat llevó unos cuantos Atecas para acompañar en la aventura al Toledo Marathon y, sí, uno lo iba a conducir yo, con la inestimable (e imprescindible) ayuda del copiloto que Seat me había asignado: Aran Sol.
Ver el logo de Auto Bild en el pilar C, con mi nombre en la ventanilla trasera del coche… ¡Ufff! Eso impone y te enorgullece a partes iguales. Es ahí cuando te das cuenta de que no vas a ser una mera comparsa en la carrera, sino que también vas a correr por los mismos tramos que el resto de coches y con las mismas normas y reglamento de carrera que los coches ‘pata negra’.
Y así es como, casi sin darme cuenta, me encontré atado en los arneses del Seat Ateca Marathon con el dorsal 102 y tomando la salida en la primera etapa de un rally que tiene de todo: regularidad, navegación, enlaces llenos de trampas y hasta una etapa en la que duermes en el propio desierto.

Nunca había participado en nada parecido, a este nivel de exigencia y, sobre todo, con unas etapas que tuvieron que ser modificadas a última hora por las lluvias que cayeron esos días y que dejaron estampas inéditas en el desierto.
Empezamos bastante bien: terceros de la general en la primera etapa para caer a la posición 12 en la segunda y a partir de ahí ir remontando poco a poco.
¿Qué es lo que he aprendido de toda esta experiencia? A entender un poco mejor cómo es un rally raid. No volveré a ver un Dakar con los mismos ojos que hasta ahora, porque, aunque a una escala mucho más pequeña, ya sé lo que es tener que lidiar con un mar de dunas (las amo y odio a partes iguales por la dificultad que entrañan).
También he conocido esa peculiar relación que se establece entre piloto y copiloto en un espacio tan pequeño como es el habitáculo de un coche. Porque sí, hay momentos de tensión en los que andas perdido en la mitad del desierto y no encuentras un punto de paso (waypoint).
Y a partir de ahí, te ves obligado a dar vueltas y vueltas, sabiendo que estás perdiendo la etapa. Pero también hay momentos de risas y de satisfacción al finalizar la prueba y ser un ‘finisher’, que es cuando acabas la prueba y llegas al final de las cinco etapas.
Satisfacción porque, después de todo el esfuerzo, de querer hacerlo lo mejor posible, llegó la victoria. ¡Sí! Ganamos en nuestra categoría OPEN que es la que nos correspondía y quedamos terceros en la general del rally, aunque no pudimos subir al podio porque no éramos un coche clásico. Efectivamente, el Ateca no es un clásico, pero demostró una fiabilidad tremenda y una resistencia increíble.
Conoce cómo trabajamos en Autobild.
Etiquetas: SUV compacto, coches de rally, Opinión
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no tienen por qué coincidir necesaria o exactamente con la posición de Henneo o Auto Bild España.