No a la venta (antiguo)
El Latitude de Renault no solo ofrece espacio y un diseño global, sino calidad y accesorios como para dejar con la boca abierta. Todo, a un precio muy interesante. Una berlina tradicional, que no busca emocionar por su diseño, sino por su confort y amplitud, así que se podría decir que es un digno sucesor del Safrane que se comercializó a mediados de los 90. Es un automóvil fabricado en Corea sobre la base del Samsung SM5, pero cuenta con la calidad de ajustes y materiales que cabe esperar de cualquier Renault que se venda en el mercado europeo. El 2.0 dCi de 150 CV es un motor bastante progresivo, que entrega la potencia de manera suave. Va unido a un cambio manual de seis velocidades, cuyo funcionamiento es correcto, aunque quizás algo tosco en su accionamiento. El habitáculo tiene una disposición bastante ordenada de los instrumentos y cuenta con extras que solo añaden las mejores berlinas premium, como los asientos de cuero con masaje. En cuanto al espacio interior, dispone de unas plazas traseras en las que se dispone de un palmo de sobra entre las rodillas y el respaldo delantero. Además, el maletero da la posibilidad de meter hasta 477 litros. No es demasiado comparado con otras berlinas, pero hay que tener en cuenta que el Latitude esconde bajo el suelo una rueda de repuesto de igual tamaño que las otras. Su dinámica está muy marcada por la configuración del chasis. Que sea tan confortable no es más que una ventaja para su clientela objetiva, que prefiere viajar cómoda antes que un gran dinamismo. Al contrario, en las curvas apoya, balancea y redondea ligeramente el giro. Lo que no gusta tanto es su dirección electrohidráulica: aunque resulta suave y precisa en marcha, en parado parece muy dura.