La llegada de Trump puede poner las cosas complicadas a los eléctricos en América. Salvo en estos lugares

La victoria de Trump podría frenar los vehículos eléctricos en EE.UU., pero hay tres estados que mantienen su impulso con políticas y estructuras clave.
La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos ha desatado una serie de interrogantes sobre el futuro de la industria automotriz, en especial el de los vehículos eléctricos (VE).
El republicano ha demostrado una postura poco favorable hacia estos vehículos, dejando entrever un posible fin a los incentivos federales que han contribuido al crecimiento de los coches eléctricos en los últimos años.
Trump ha declarado en reiteradas ocasiones su intención de acabar con "el mandato de vehículos eléctricos" y reducir la influencia de las políticas de energía verde en el sector automotriz, comprometiendo así su expansión en el país.
Sin embargo, este panorama no es uniforme en todo el territorio estadounidense. Hay algunos estados, como California, Texas y Tennessee, donde los coches eléctricos parecen haber echado raíces sólidas que podrían permitirles resistir incluso ante una política nacional menos favorable.
La postura de Trump hacia los coches eléctricos
Donald Trump ha mantenido una postura ambigua y en algunos casos contraria hacia el coche eléctrico a lo largo de su carrera política, especialmente durante su mandato presidencial y en su campaña para las elecciones de 2024.
Si bien ha reconocido el potencial de los vehículos eléctricos en términos de innovación tecnológica, su enfoque ha estado principalmente centrado en la defensa de la industria automotriz tradicional, particularmente aquella basada en los motores de combustión interna, y en cuestionar la sostenibilidad económica y ambiental de los coches eléctricos.
Durante su presidencia (2017-2021), Trump promovió políticas que favorecían a los combustibles fósiles y a las industrias tradicionales de automóviles. Su administración desmanteló varias regulaciones implementadas por la administración de Barack Obama que buscaban reducir las emisiones de CO2 y promover el uso de tecnologías más limpias, como los coches eléctricos.
Entre estas, destacó la derogación de las estrictas normativas sobre la eficiencia de combustible, que habrían impulsado la transición hacia vehículos más ecológicos. Trump argumentaba que las regulaciones medioambientales eran un freno para la competitividad de la industria automotriz estadounidense, y que la industria necesitaba más libertad para operar sin restricciones.
Asimismo, según él, estas restricciones aumentaban los costos de producción y, por ende, el precio para los consumidores. Además, Trump mostró un escepticismo notable sobre los beneficios medioambientales de los coches eléctricos.
En numerosas ocasiones, cuestionó la viabilidad de los vehículos eléctricos, señalando que los recursos necesarios para fabricar las baterías, como el litio y el cobalto, provenían de países extranjeros, especialmente China.
Este enfoque apuntaba a una vulnerabilidad que él consideraba preocupante para la seguridad nacional de Estados Unidos, argumentando que la dependencia de estos minerales podría poner en peligro la independencia económica del país.
Trump también fue crítico con los incentivos fiscales para los vehículos eléctricos, eliminando algunos de ellos durante su mandato. Según él, el gobierno no debería gastar dinero en subsidios para la compra de coches eléctricos, ya que consideraba que estos eran innecesarios y una carga para los contribuyentes.
A lo largo de su presidencia, el actual presidente de los EE.UU. favoreció los combustibles fósiles, tanto en términos de producción como de consumo, y minimizó la necesidad de cambiar el modelo energético hacia uno más limpio.
California, la excepción ante las políticas de Trump
California ha sido históricamente un líder en la adopción de vehículos eléctricos en Estados Unidos, y el estado parece estar preparado para mantener su posición, incluso ante el escepticismo del nuevo gobierno.

Durante los primeros nueve meses de este año, casi uno de cada cuatro vehículos vendidos en California fue eléctrico, lo que representa el 22,2% de todas las ventas de coches nuevos en el estado, según la Asociación de Concesionarios de Automóviles Nuevos de California (CNCDA). Este es un porcentaje que supera el promedio nacional y demuestra la fuerza del mercado de VE en el Estado Dorado.
A nivel de marcas, Tesla sigue siendo la opción dominante en California. Su Model Y, con más de 105,000 matriculaciones en lo que va del año, ha superado de manera abrumadora a sus competidores en el segmento eléctrico, y aunque su cuota de mercado ha disminuido ligeramente, otros fabricantes como Hyundai y BMW están cubriendo el terreno perdido.
Este crecimiento de alternativas refuerza el ecosistema de coches eléctricos en California, que, además, cuenta con una robusta infraestructura de carga y políticas estatales que incentivan el uso de energías limpias.
Las autoridades californianas han sido claras en su postura ambiental, y el estado ha adoptado leyes para prohibir la venta de vehículos a gasolina para 2035, una medida que ningún cambio en el gobierno federal parece ser capaz de frenar. Aunque el apoyo federal pueda debilitarse, las políticas estatales podrían proteger el crecimiento de los coches eléctricos en California.
Texas, una base industrial con inversión en eléctricos
Texas, un estado históricamente asociado con el petróleo, también podría ser un terreno fértil para los vehículos eléctricos en el futuro inmediato, impulsado por una creciente inversión en fábricas y centros de producción de coches eléctricos.
El sector ha ganado en importancia en ciudades como Austin, donde Tesla ha inaugurado una de sus "Gigafábricas", una planta clave para la producción de baterías y vehículos eléctricos que apunta a ser uno de los motores de crecimiento del sector en el estado.
Además, aunque Texas es un estado republicano, la llegada de la industria de los VE ha generado empleo y una creciente demanda en el mercado interno, lo que podría ser un argumento sólido para que los legisladores locales mantengan incentivos específicos para esta industria, independientemente de la postura del gobierno federal.
La importancia económica de la planta de Tesla en el estado, así como de otros actores como Rivian y empresas de baterías, podría hacer que Texas se convierta en un aliado inesperado para la industria de coches eléctricos, incluso en un contexto nacional adverso.
Tennessee, un pilar en el suministro de baterías y producción de VE
Otro estado que está tomando medidas significativas para impulsar el sector eléctrico es Tennessee, donde la inversión en infraestructuras y fábricas especializadas en la producción de baterías y coches eléctricos está creciendo rápidamente.

La reciente inversión de General Motors y LG Chem en una planta de baterías en Spring Hill, por ejemplo, es un claro indicio de que la industria automotriz eléctrica no sólo se está expandiendo, sino que también está atrayendo a actores importantes que ven en Tennessee una ubicación estratégica para desarrollar su capacidad de producción.
Además, Tennessee cuenta con incentivos fiscales estatales y locales que, combinados con su ubicación geográfica y su red de transporte, lo convierten en un punto de distribución crucial para la industria automotriz en el sur de los Estados Unidos. Esta infraestructura robusta y los incentivos económicos crean un ecosistema favorable que puede resistir la reducción de apoyo a nivel federal.
El posible impacto de su nueva presidencia
En la campaña electoral de 2024, Trump ha continuado con su enfoque escéptico hacia la movilidad eléctrica. Aunque ha reconocido que los vehículos eléctricos forman parte de la innovación tecnológica del futuro, sigue insistiendo en que el mercado debe ser quien decida sin la intervención del gobierno.
La posición de Trump es que Estados Unidos debe continuar siendo una potencia mundial en la producción de combustibles fósiles, especialmente petróleo y gas natural, lo que en su visión garantizaría la seguridad energética del país.
En este contexto, Trump ve el impulso hacia los vehículos eléctricos como un paso innecesario que podría costar empleos en las industrias del petróleo y el gas, y poner en riesgo la autosuficiencia energética del país.
La presidencia de Trump podría cambiar el rumbo de la política ambiental y energética de Estados Unidos, pero en algunos estados clave, los vehículos eléctricos parecen haber encontrado una base de apoyo sólido.
California, Texas y Tennessee no sólo tienen una fuerte adopción de VE y apoyo institucional, sino que también cuentan con una infraestructura y políticas estatales que refuerzan esta tendencia. Así, mientras que el panorama nacional se vuelve incierto para los vehículos eléctricos, estos estados han consolidado condiciones que les permitirán continuar avanzando en la transición energética.
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Etiquetas: Donald Trump, Estados Unidos