Motores de gasolina y diésel: Teresa Ribera deja claro lo que la Unión Europea piensa

La UE reafirma su veto a los motores diésel y gasolina en 2035. Teresa Ribera descarta retrasos pese a presiones industriales y competencia china.
La Unión Europea ha marcado un punto de inflexión en el sector automovilístico con la decisiva prohibición de la venta de coches de gasolina y diésel a partir de 2035. Este horizonte temporal, que busca acelerar la transición hacia una movilidad sostenible, ha generado intensos debates y fuertes presiones por parte de los fabricantes de automóviles.
En este contexto, Teresa Ribera, nueva vicepresidenta ejecutiva para la Transición Limpia, Justa y Competitiva, ha dejado clara su postura, alineándose con las directrices comunitarias.
Teresa Ribera: "Nadie se lo plantea"
El objetivo de la Unión Europea de eliminar gradualmente los motores de combustión interna se cimenta en la lucha contra el cambio climático y la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Este cambio estructural ha sido recibido con entusiasmo por los defensores del medioambiente, pero también ha provocado reticencias en la industria automovilística, que advierte de los retos económicos y laborales que supone.
Desde que se aprobó la medida, los fabricantes han intensificado sus esfuerzos para posponer la fecha límite o, al menos, suavizar las sanciones previstas. Sin embargo, Ribera ha sido contundente en su primera intervención como vicepresidenta: “Nadie se lo plantea”, aseguró, dejando claro que la Unión Europea no considera viable un retraso en los plazos.
Presiones de la industria automovilística
El presidente del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, ha expresado recientemente su preocupación por el impacto económico de las sanciones. Según Weber, “la industria automovilística nos contó la semana pasada que esperan alrededor de 15.000 millones de euros en posibles sanciones el próximo año para todo el sector de fabricación de automóviles en Europa".
"Este es un dinero que no se puede destinar a inversiones que fortalezcan a los fabricantes europeos de automóviles”, añadió. Estas sanciones se derivan de la obligación de alcanzar ciertos porcentajes de ventas de vehículos eléctricos, una transición que no todos los fabricantes están logrando implementar al mismo ritmo.
Ante estas declaraciones, Ribera ha insistido en la importancia de mantener la estabilidad en los objetivos temporales. “La estabilidad con respecto a los horizontes temporales, las razones por las que se fijaron esos objetivos, siguen siendo válidas y, en principio, no hay ninguna intención de cambiarlas”, reafirmó.
Estas palabras subrayan la determinación de la Unión Europea de no ceder ante las presiones de la industria.
El desafío de la competencia china

Uno de los mayores retos para los fabricantes europeos es la creciente competencia de los coches eléctricos chinos. Incluso con la aplicación de aranceles, los precios de estos vehículos son altamente competitivos, lo que está dificultando que los fabricantes europeos mantengan su cuota de mercado.
Además, la entrada de estos automóviles está provocando tensiones comerciales y económicas en un continente que no atraviesa su mejor momento.
“El mensaje más importante es cómo diseñar las estrategias que permitan que la industria del automóvil europeo pueda salir de una situación muy complicada, en la que se está produciendo una entrada muy importante de automóviles procedentes de terceros países y con la necesidad de evitar nuevas guerras comerciales”, señaló Ribera.
Este comentario pone de relieve la compleja situación del sector, donde el equilibrio entre competitividad y sostenibilidad es más difícil que nunca.
Impacto económico y social
La transición hacia los vehículos eléctricos también plantea importantes desafíos laborales. Las grandes compañías, como Volkswagen, ya han anunciado posibles cierres de plantas y despidos masivos. Estos ajustes responden tanto a la necesidad de adaptarse a la normativa como a la presión del mercado.

La posible pérdida de miles de empleos en sectores vinculados a los motores de combustión interna es una preocupación central. Además, los países europeos enfrentan un panorama económico incierto, con un crecimiento lento y una pérdida generalizada del poder adquisitivo.
Estos factores aumentan la urgencia de encontrar soluciones que protejan tanto el medioambiente como la estabilidad económica.
Una visión hacia el futuro
Pese a las dificultades, la Unión Europea mantiene firme su compromiso con la sostenibilidad. La mesa de discusión convocada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, con los grandes fabricantes busca encontrar un equilibrio entre la regulación estricta y las necesidades del sector.
Sin embargo, el mensaje de Ribera deja claro que la prioridad es avanzar hacia un modelo más limpio y competitivo. “Insisto en que el mensaje más importante es cómo diseñar las estrategias que permitan que la industria del automóvil europeo pueda salir de una situación muy complicada”, reiteró Ribera.
Este enfoque subraya la necesidad de innovación y cooperación para superar los desafíos actuales. La eliminación de los motores de gasolina y diésel en Europa no es sólo un objetivo ambiental, sino también una declaración de intenciones sobre el futuro del continente.
Aunque la industria automovilística enfrenta retos significativos, la postura firme de Teresa Ribera y la Unión Europea refuerza la necesidad de adoptar medidas audaces para garantizar una transición justa y sostenible. La próxima década será crucial para determinar si Europa logra mantener su liderazgo en el sector automovilístico global mientras cumple con sus compromisos climáticos.
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Etiquetas: Unión Europea, Motores de combustión