Nota 8
El Subaru Outback mantiene intactos todos los atributos que le han hecho ser un coche de culto desde hace veinte años: imagen crossover, motores bóxer y tracción AWD simétrica. Su capacidad off-road sorprende y puede pasar por zonas por donde más de un SUV se quedaría enfangado. En estas cinco generaciones, el Subaru Outback ha ido evolucionando estéticamente, pero mucho menos que otros modelos y sobretodo, siendo fiel a si mismo: fiabilidad, tracción y robustez. Como novedades, el Subaru Outback monta un nuevo frontal con una parrilla más grande (con apertura regulable en la versión de gasolina), acompañada de nuevos faros con LED diurnos. Las llantas de 17 pulgadas toman una notable importancia estética en el lateral, mientras que la trasera recuerda a las últimas creaciones de la marca. No se encuentran estridencias estéticas: es sencillo, con aspecto robusto y si se desea ir a la última, este no es el coche a mirar.
El interior del Subaru Outback mejora muchos puntos respecto a su antecesor. Ahora tiene un diseño más limpio y ordenado, con materiales de mejor calidad tanto a la vista como al tacto. El motor diésel bóxer de dos litros ha sido profundamente renovado, tanto que hasta un 90% de sus piezas han recibido alguna mejora. Todo ello ha contribuido a mejorar el nivel de vibración y ruido y esto, rápidamente, se percibe en el interior. El hábitat natural del Subaru Outback es el monte, las pistas de barro y, en general, el territorio alejado del asfalto. Lo que más sorprende en los primeros metros es la capacidad de la suspensión para filtrar las pequeñas piedras y la grava del camino. Si la cosa se complica y el barro hace acto de presencia, el Outback ni se inmuta. Y es que la tracción integral simétrica se encarga de repartir de una manera constante el par entre las cuatro ruedas, con una eficacia realmente alta y sin apenas pérdidas de tracción. El Subaru Outback incorpora el sistema 'X-Mode' que regula prácticamente todos los elementos del vehículo (frenos, tracción, acelerador, transmisión...) para conseguir la máxima eficacia en condiciones difíciles. Este sistema también incorpora un asistente en pendiente para sortear sin dificultad las cuestas más imponentes y manteniendo siempre un óptimo nivel de tracción.
Queda claro que el Subaru Outback no es un simple turismo con estética todoterreno; es más bien todo lo contrario: un auténtico todoterreno con una carrocería que en Subaru llaman 'low-profile' o de perfil bajo. De vuelta al asfalto y, tras abandonar grandes placas de barro, cumple también en cuanto a dinamismo se refiere. Lo que más sorprende es su nivel de confort. En general, el coche es sólido y se siente cómodo en todo momento. El Subaru Outback monta un motor bóxer diésel de dos litros y 150CV. Es un motor que en todo momento queda algo corto para el tipo de coche y el peso del mismo. La caja de cambios 'Lineartronic' de siete velocidades por convertidor de par tampoco ayuda a transmitir la potencia al asfalto. Al acelerar a fondo, el coche nunca da sensación de empuje inmediata. El Subaru Outback también monta un motor de gasolina, concretamente un bóxer también de cuatro cilindros y 2,5 litros de cilindrada con 170CV y asociado en exclusiva al cambio automático 'Lineartronic', aunque en esta ocasión, de seis velocidades.