No a la venta (antiguo)
Nota 8
El Mercedes Clase SLK cambia de cara, aunque no de filosofía; consume y emite menos, pero mantiene intacta la diversión al volante de siempre. Desde que naciera en 1996, el Mercedes Clase SLK ha sabido superarse a sí mismo sin perder de vista su esencia. La tercera generación de este descapotable biplaza de tracción trasera viene representada por un ligero y acertado cambio de imagen, aunque hay mucho más.
Entre los rivales de este modelo de Mercedes, destacan modelos como el Mazda MX-5, BMW Z4 o el Porsche Boxster.
La nueva parrilla, más vertical, preside un frontal más elegante y con formas más redondeadas. Resaltan en el conjunto, las definidas líneas laterales de la carrocería o los rediseñados pilotos traseros que incorporan por primera vez tecnología LED. En el interior, más de lo mismo: la elegancia y la deportividad se mezclan.
Los relojes están inspirados en el mismísimo Mercedes SLS AMG. En cuanto al equipamiento, el nuevo Mercedes Clase SLK vuelve a sorprender a propios y extraños. Si el 'Airscarf' (un chorro de aire caliente orientado a la nuca) fue el gran protagonista de la segunda generación, en esta última entrega la mayor novedad ha recaído en el techo de cristal 'Magic Sky Control', que con un solo botón se oscurece para proteger a los ocupantes de la luz directa del sol.
De los motores, todos llegan con el sistema de parada y arranque 'Start-Stop' y la tecnología 'BlueEfficiency' de serie. Son tres: dos de cuatro cilindros sobrealimentados (de 184 y 294 CV) y un V6 atmosférico de 306 CV. Solo el Mercedes SLK 200 monta un cambio manual de serie, mientras que las variantes más potentes se asocian a una transmisión automática '7G-Tronic' de siete relaciones (por cierto, muy suave, pero a la vez lenta).
La capota del Mercedes Clase SLK se descubre en menos de 20 segundos para dejarte a cielo abierto y empezar el vendaval de sensaciones. La dirección funciona con una precisión suiza, mientras la zaga no se inmuta a no ser que se abuse intencionadamente del acelerador.
El Mercedes SLK 55 AMG monta un motor V8 de 5,5 litros de nuevo desarrollo que permite la desconexión selectiva de cilindros, ofreciendo unas cifras más bajas en lo que a consumo se refiere. El nuevo Mercedes SLK 55 AMG desarrolla una potencia de 422 CV y un par máximo de 540 Nm.
La tercera generación del Mercedes Clase SLK monta el kit estético especifico de AMG, con llantas de aleación, un mayor perfil aerodinámico y dos salidas dobles de escape. El SLK 55 AMG acelera de 0-100 en 4,6 segundos y alcanza una velocidad máxima de 250 km/h. El motor gestiona y suprime la inyección directa de cuatro a seis cilindros, dependiendo la potencia requerida por el conductor.
Esta tecnología es parecida a los motores V8 de 750 CV de los monoplazas de F1. El motor va asociado a una caja de cambios automática de doble embrague de siete velocidades, denominada 'AMG Speedshift Plus 7G-Tronic'.