Estados Unidos, Europa y China: tres puntos de vista muy diferentes sobre cómo afrontar el paso al coche eléctrico

Estados Unidos, Europa y China, tres regiones del planeta que buscan la transición hacia el coche eléctrico, pero con enfoques muy diferentes ¿Lo conseguirán?
Empieza un nuevo año que, en teoría, debería ser clave para el devenir del vehículo eléctrico, aunque también iba a serlo 2024 y ya sabemos lo que ha pasado. Actualmente, hay tres puntos de vista muy diferentes sobre cómo afrontar la transición al coche eléctrico: Estados Unidos, Europa y China.
Estas tres regiones del planeta tienen un objetivo común, que es descarbonizar la movilidad (ya veremos si en parte o totalmente, a muy largo plazo), pero el enfoque de cada una de ellas es distinto.
Vamos a empezar por Estados Unidos, por ser la potencia hegemónica desde el final de la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, desde la caída de la Unión Soviética, aunque ya está en decadencia y por el retrovisor ve cómo se le acerca China, que tarde o temprano le adelantará.
Dentro de unos días, el próximo 20 de enero, toma posesión de su cargo Donald Trump, ganador de las elecciones el pasado 5 de noviembre. El regreso de Trump a la Casa Blanca puede modificar en parte la hoja de ruta para el coche eléctrico que emprendió la administración Biden.
Estados Unidos seguirá apostando por los coches de combustión

Durante la campaña electoral, Donald Trump prometió flexibilizar las regulaciones sobre los coches de combustión y revertir el mandato de vehículos eléctricos del presidente saliente, Joe Biden.
Recientemente, Reuters accedió a un documento elaborado por el equipo de transición de Trump en el que se incluían una serie de medidas relacionadas con la industria del automóvil, concretamente, políticas arancelarias, inversiones en coches eléctricos e incentivos a la compra de vehículos.
Sobre las políticas arancelarias, el nuevo gobierno de Trump quiere imponer un gravamen a todos los materiales de las baterías con el fin de impulsar la producción estadounidense para después negociar exenciones con sus aliados.
De este modo, acabaría con la política de Biden que buscaba el equilibrio en la cadena de suministro de baterías dejando fuera tan solo a China.
El plan del nuevo gobierno sería redirigir el dinero (unos 7.500 millones de dólares) que se destina actualmente a la construcción de estaciones de carga y compra de coches eléctricos hacia prioridades de defensa nacional, incluida la garantía de suministros de baterías y minerales críticos para construirlas sin necesidad de China.

Otras de las medidas contempladas en el documento es la eliminación de las ayudas de 7.500 dólares para la compra de vehículos eléctricos que hay actualmente, algo que repercutiría en las ventas.
Las propuestas del equipo de Trump permitirán a los fabricantes locales producir más automóviles de combustión, al reducir las normas de emisiones y el ahorro de combustible defendidas por la administración Biden.
Precisamente, la industria del automóvil ha sido una de las más castigadas en los últimos años por la deslocalización. Por ejemplo, en zonas como Detroit. Ahora Trump quiere recuperar esa industria. La intención es volver a los niveles de 2019, lo que amplía los límites de emisiones en un 25% y de consumo de combustible en un 15%.
Por otro lado, muchas medidas incluidas en el documento señalado arriba parecen ir encaminadas a fomentar la producción nacional de baterías. Un proteccionismo que afecta a todo el mundo, al establecer aranceles a las importaciones también para los países limítrofes (Canadá y México) y la Unión Europea.
Por último, aunque no por ello menos importante, la propuesta más curiosa del equipo de transición es la de acabar con el programa del Departamento de Defensa de Estados Unidos destinado a comprar o desarrollar vehículos eléctricos militares.
La Unión Europea se mantiene firme

En cuanto a Europa, la apuesta por el coche eléctrico es total. La Unión Europea se muestra implacable, pese a la ralentización en las ventas que se ha producido en 2024 y a las voces críticas que han surgido en el seno del sector de la automoción.
A lo largo del año pasado hemos visto cómo un buen número de fabricantes modificaban sus estrategias relacionadas con la movilidad eléctrica, retrasando sus objetivos de electrificación total y, en algunos casos, admitiendo la continuidad de los motores de combustión más tiempo de lo anunciado previamente.
La hoja de ruta de Bruselas se mantiene firme, de momento, con el foco puesto en 2035, año en que se prohibirá la producción de motores de combustión. Hasta entonces, irá aplicando una serie de medidas para reducir progresivamente las emisiones de CO2.
Una de esas medidas acaba de entrar en vigor, es la normativa CAFE, por sus siglas en inglés (Clean Air for Europe), que reduce de manera significativa la media de emisiones que deben cumplir el conjunto de coches vendidos por cada fabricante.

Ese umbral es ahora de 93,6 gramos por kilómetro, un listón muy exigente que obligará a muchas compañías a sudar la gota gorda para cumplirlo. De lo contrario, la Unión Europea impondrá unas sanciones muy duras: 95 euros por cada gramo excedido y por cada coche vendido.
Otra medida es la nueva normativa de emisiones Euro 7, cuya llegada estaba prevista para julio de este año, para los turismos y furgonetas, y en 2027 para autobuses y camiones, pero finalmente se ha retrasado dos años, hasta 2027 y 2029, respectivamente.
La Euro 7 tiene como objetivo reducir significativamente los niveles de óxidos de nitrógeno (NOx), monóxido de carbono (CO), hidrocarburos (HC), partículas (PM) y amoníaco (NH3), entre otros.
Para ello, introducirá pruebas de emisiones en condiciones de conducción real y requisitos de durabilidad ampliada para asegurar que los vehículos mantengan bajos niveles de emisiones a lo largo de su vida útil.
China y su ventaja tecnológica

El plan de China se puede resumir en una frase: durante años, los europeos han enseñado a los chinos a hacer coches; ahora será al revés.
China es el país más contaminante del mundo, lo cual tiene sentido, al ser un estado-civilización de más de 1.400 millones de habitantes cuya industria ha crecido de manera exponencial en las últimas décadas, hasta convertirse en una potencia.
China se ha desarrollado, ahora puede tutear al resto de países desarrollados del planeta y puede llevar a cabo su transición a las energías renovables para reducir sus niveles de emisiones, cosa que ya está haciendo.
En lo que respecta al coche eléctrico, la apuesta es total, con el añadido de que saca mucha ventaja tecnológica al resto: China controla toda la cadena de suministros, especialmente, la producción de baterías y todos los componentes necesarios.
Un ejemplo concreto es BYD. Esta compañía china está pisando los talones a Tesla, la marca eléctrica más vendida en 2024, pero que registró una caída del 1% con respecto a 2023. La china es la que más vehículos híbridos enchufables vende y cada vez matricula más eléctricos puros.
A propósito de Tesla, en 2024 vendió un total de 1.789.226 vehículos, según ha informado el propio fabricante. En el último trimestre del año, su producción fue de 459.445 unidades y las entregas 495.570, por debajo de las expectativas de los analistas.
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